Tres siglos de historia
En 1729 la familia Núñez de Prado erigió esta casa señorial; una singular tabla de madera en el patio rememora esta fundación.
Asomado a la escarpada peña, el espíritu de esta mansión, sólida y acogedora, se sigue meciendo al viento recio de Levante y sesteando al sol de mediodía.
Ya a mediados del siglo XX, fue dueño de la mansión el famoso bailarín Antonio Ruiz Soler, conocido internacionalmente como “Antonio”.
En 1998 la barcelonesa Elena Posa se enamoró de la casa y se instaló en ella empeñada en respetar su solera pero aportándole su propio estilo. La casa se convirtió entonces en un hotel pequeño y tranquilo «con la intención de recibir a los huéspedes como me gustaría que me recibieran si fuera yo la que llegara», dice.
Alma
Si el entorno es espléndido, la poderosa personalidad de la casa se transmite puertas adentro.
Suelos originales
Se han respetado los suelos que se fueron instalando desde el siglo XVIII hasta principios del siglo XX: baldosas de barro cocido pulimentadas por los años, losas hidráulicas que con sus dibujos alegran distintas habitaciones, mármoles renacentistas.
Calidez
Cada detalle ha sido escogido con mimo: lámparas, muebles, cuadros, estucos, cortinas, morteros de cal, colores.
Azulejos artesanos
Una casa mestiza. Lo antiguo y lo moderno, lo pulido, como el acero o el vidrio, con lo rugoso como la cerámica y la madera. Y a ser posible todo artesano.
Sosiego
Desde las charlas, las lecturas, los vinos, el sol y los desayunos saboreados en el patio o en la terraza, a las luces cambiantes que sorprenden la mirada, todo invita al sosiego.
Luz
El patio es un estanque de luz donde el resplandor es distinto a lo largo del día. Y la luz también entra a raudales por ventanas y balcones. La luz rosada de las primeras horas, la luz deslumbrante de mediodía, la luz delicada del atardecer. La luz.
Detalles
Donde lo grande se da la mano con lo pequeño.
Desayunos
Empezar el día con una fiesta tranquila: el desayuno servido en el patio o en la terraza. Zumo de naranja natural recién exprimido, yogur, fruta, queso o chacina, mollete, surtido de mermeladas y miel, cereales, muesli, aceite, mantequilla, tortas, café o té y leche. Nuestros clientes nos felicitan por esta apertura matutina.
Bóvedas
Bóvedas solemnes, bovedillas graciosas en las esquinas, que a lo largo del día esculpen y deshacen prismas de luces y sombras.
Texturas
Nos gustan los materiales naturales: madera, barro cocido, hierro, mármol, piedra. Y los tejidos de siempre: lana, algodón, seda, lino.
Horizontes
La mirada reposa en algo cercano, una flor, un campanario, cuando no se pierde en el infinito hacia las colinas o tras el vuelo de un pájaro.
Rústica
Toda la casa parece moldeada a mano con espíritu de artista.
Espacios
El patio
Siguiendo la tradición romana, árabe y andaluza, el patio es el corazón de la casa. Columnas de mármol, singulares capiteles de piedra negra, arcos y bóvedas encaladas hablan de siglos de señorial rusticidad. La solería de mármol, procede de un convento renacentista de Puerto Real.
La biblioteca
Las bóvedas encaladas envuelven este espacio, que se abre al patio. Caldeado en invierno por una estufa de hierro y en relajante penumbra en verano es un remanso de paz que convida a la lectura.
La terraza
Desde la terraza superior las vistas son impresionantes; aquí al borde de la Peña verá volar los pájaros bajo sus pies.
El tiempo parece suspendido. Un paisaje maravilloso la envuelve: los campanarios tostados de Santa María y de San Pedro velan la casa; la vega del río Guadalete se despereza bajo sus pies; el aire permanentemente sesgado por los pájaros, la Peña vertiginosa…
La galería
La galería, con sus deliciosas bovedillas en las esquinas expone fotografías y acuarelas de la casa.
Gabinete de masaje
Un espacio para el bienestar.