La tinaja
Las dos tinajas contemplan los Llanos de las Huertas desde las terrazas del hotel La Casa Grande en abril del 2008
Y cuando ya había aceptado que esto era así, que no tenía remedio, por azar, el año pasado, al cabo de cuatro años, alguien me dijo quién podía reparar la vasija. Al cabo de una semana la tinaja recompuesta se erguía de nuevo. En realidad yo sólo la había visto tumbada. Hace muchos años estuvo erguida pero enterrada, casi hasta el cuello, en la bodega de la casa. El valor de la tinaja estaba en su utilidad, conservar el aceite. Ahora, en su grandeza, con su porte imponente, simplemente sirve para regalo de nuestros ojos y de mi corazón. Como de costumbre, las cosas no suceden por casualidad sino en su y en nuestro momento.
Quiero acompañar esta pequeña historia con un hermoso cuento de Las mil y una noches: