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Solsiticio


Me he despertado al alba- quizás porque un pájaro cantaba como en las mañanitas «despierta mi bien despierta mira que ya amaneció…».
Como La Casa Grande mira al sur y san Pedro queda a levante y quiere la aurora para si solito, he salido a la calle al encuentro del sol.
Ya amaneció. En san Pedro han tocado siete campanadas. Desde el mirador de detrás de la iglesia la luz dorada acaricia la mirada. Por las calles no se ve un alma pero en el cielo bullen a centenares.
El aire respira con un murmullo ascendente, en aumento. Los pájaros saludan al sol y le cantan al día más largo. Trinos, gorjeos, zumbidos en ráfagas agudas se cruzan en lo alto, entre las calles desiertas o se derraman al borde del acantilado. La Wing Band de la Peña estalla en el apogeo sereno del solsticio.
Debajo de esa polifonía todavía se escucha el silencio.
Luego he regresado a casa, a La Casa Grande y he comprobado que el solsticio ya nos iluminaba. Y sigue.
elena posa











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